Monday, August 29, 2011

Tango en Polonia/ECLÉCTICA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

A pesar de que los europeistas intentan hacer del tango una creación francesa, y de Gardel francés, el tango resulta de una particular mixtura cultural de fines del siglo XIX en Argentina, aunque como toda expresión de arte, sus orígenes pueden trazarse con mucha anterioridad y en diversas fuentes. Tiene herencias hispano-mestizas, españolas e italianas, charme, quizá algo de África y la nostalgia que es patrimonio de todo pueblo en exilio o emigración.

El tango argentino de regreso en el viejo continente tomará características propias. Sin dejar de lado el espíritu de la música rioplatense, cada país encuentra su versión. Se habla entonces de un "tango europeo", crecido mayormente en las áreas de influencia germana y ligado a las músicas regionales, con dosis del Oriente Medio, árabe o hebreo. Francia difiere porque en París y otras grandes ciudades las orquestas típicas argentinas tuvieron auge deslumbrante. Existe un "tango argentino en París" sin que haya como en el caso alemán un "tango francés". Los hermanos Pizarro hicieron de la capital francesa su centro de operaciones. Las mejores orquestas viajaban con regularidad. Los ricos, como Victoria Ocampo y familia, llevaban en barcos incluso vacas de sus haciendas para proveerse de leche fresca y arribaban a Marsella o El Havre con opulencia única.

Hacia el este, el tango tuvo éxito en Polonia. El occidente polaco se suma a las áreas de influencia germánica desde muy antiguo. Fueron sobre todo los judíos los que se encargaron de difundir el ritmo argentino, otra vez mezclado con sabores y colores locales y, según Jerzy Placzkiewicz, con fuerte dosis de melancolía rusa. Al lado de la judería, no sólo en Polonia sino también en la región de los Cárpatos, los gitanos jugaron un papel importante como difusores, improvisadores y creadores de ésta entre tantas músicas. Por lo general el gitano era contratado para animar las fiestas judías, lo que le dio la versatilidad de hacerse maestro en su propia expresión y la ajena.

Placzkiewicz anota la irrupción del tango en Polonia antes de la guerra europea del 14. De allí fue talvez el ritmo más popular hasta la invasión nazi que, siendo en su mayoría judíos los compositores, cantantes y empresarios, terminó con él. El tango fue víctima inusitada de Hitler.

Sobrevivió en condiciones extremas mientras duraron los ghettos: en Varsovia, Kovno, Vilna, Lodz y Bialystok. La comunidad hebrea en cautiverio intentó simular una vida normal. Cada ghetto tenía cafetines y orquestas. Fotos salvadas de la destrucción muestran orgullosos músicos, aún de terno y corbata (con la estrella de David), posando para la muy cercana posteridad. Se practicaba con rigor mientras lo permitiese el hambre y se bailaba en los conciertos espectrales entre los muros prohibidos. Polanski, en su filme "El pianista", sugiere alguna crítica de esta élite judía que cantando y danzando se resistía a morir. Versiones polacas de "Bandoneón arrabalero" o "Adiós muchachos" más que piezas de museo son pedazos de tristeza.
13/01/04

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Publicado en Lecturas (Los Tiempos), enero, 2004

Imagen: Disco con la versión polaca de Bandoneón arrabalero.

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